miércoles, 14 de septiembre de 2011






Como el ave fenix que renace de sus propias cenizas, es decir, que NACE cuando muere, de ése modo me encuentro reviviendo todo el tiempo.
Dicen que la muerte más dolorosa es la que te mata lentamente, cada día un poco más, la más dulce y la más cruel de todas las muertes para mí es la de no tenerte.
Algunas noches me acuesto desarmada, junto los pedazos y los llevo a la cama, los acomodo y me hundo en un sueño en el que no dejo de despertar tu ausencia. Luego me levanto a la mañana entera, fuerte, y salgo a encarar la vida como si no hubieses pertenecido a mi jamás.
Como ése ave fénix que llevo tatuado en mi piel, que lleva años y años ahí, sin más verdad que la de ser una parte más de mí, una decisión lejana, tal vez un error, tal vez un acierto, pero una marca al fin, un elemento, algo personal.
De ese modo estás adentro mío, tatuado, inmortalizado, instalado... a veces olvido que te tengo ahí "impreso", a veces sos un tatuaje que arde y que duele, que late y que calma.
Pero como cada tatuaje, como cada lunar, como cada cicatriz... te llevo conmigo, te siento cerca, adentro, afuera, por todos lados... como algo que se niega a dejarme seguir sola.
Para acordarme, a veces, que llevo tatuado ése ave fenix, no tengo más que mirarme el cuerpo en el espejo,o verme el hombro de reojo...o descubrirme en la mirada que se posa en ése lugar.
En cambio, para acordarme que te llevo tatuado a vos, me basta con abrir los ojos y estar viva.

No hay comentarios:

Publicar un comentario